Steven Rosenberg, Nobel a la inmunoterapia
Steven Rosenberg (Nueva York, 1940) es aún -a sus 78 años- director del área de Cirugía del National Cancer Institute en EEUU. Como médico se especializó en cirugía en Harvard pero sustituyó el bisturí por la investigación hace más de 40 años. Es, hasta cierto punto, el verdadero pionero de la inmunoterapia en el cáncer.
La decisión de averiguar hasta qué punto los linfocitos de nuestro propio cuerpo pueden ser esenciales luchando contra el cáncer la tomó Rosenberg hace ya muchos años al salir de un quirófano donde había extirpado la vesícula a una paciente. Era una enferma con piedras en la bolsa biliar pero con antecedentes de cáncer serio de abdomen de muchos años antes.
Rosenberg se sorprendió al no encontrar rastro alguno del tumor primitivo ni de sus posibles metástasis y empezó a cuestionarse si el sistema inmune de la paciente había sido capaz -puesto que no había recibido quimioterapia- de acabar con su patología. E, intrigado, optó por dejar el bisturí y entrar en el laboratorio para profundizar en sus hipótesis.
Seguro que el doctor Rosenberg se alegró de verdad el pasado día 1 de octubre al oír que el premio Nobel de Medicina de 2018 lo compartían un científico americano y otro japonés por sus descubrimientos sobre cómo se protegen las células cancerosas del sistema inmune del huésped en el que crecen y cómo la farmacoterapia es capaz de desmontar esas protecciones, permitiendo a los linfocitos del paciente intentar acabar con el tumor.
El departamento de Rosenberg en Bethesda (Maryland) ha hecho durante décadas muchos intentos de acabar con el cáncer usando linfocitos. En pocos casos ha conseguido éxitos de nivel. Quizá porque las células malignas de los pacientes en investigación ya estaban acorazadas contra su presunto enemigo. James Allinson y Tasuku Honjo, los galardonados este año, han descubierto ahora las moléculas de la superficie de las células tumorales que impiden a los linfocitos del sistema inmune actuar y el cómo se pueden bloquear esas defensas con anticuerpos creados por la industria farmacéutica.
Los oncólogos dicen que la inmunoterapia es lo mejor que se ha conseguido contra el cáncer en los últimos diez años. Independientemente de las intimidades moleculares que hay detrás de este descubrimiento, lo significativo para los ciudadanos es la puesta en valor de nuestro propio organismo a la hora de frenar una enfermedad tan temida como lo es el cáncer. Probablemente todos generamos células potencialmente cancerosas cada día. Basta con que se produzca algún error severo en la replicación constante de todas nuestras células para se inicie una secuencia perversa que acabe en el crecimiento desmesurado de un tumor. Afortunadamente, esas células tienen características que alertan a nuestro sistema inmune y éste se encarga de matarlas casi siempre.
Por eso es importante que nuestra inmunidad esté en las mejores condiciones posibles. Se sabe con certeza que el ejercicio físico constante y de nivel, la dieta mediterránea, el descanso diario y no tener un estrés excesivo son los pilares básicos de una inmunidad eficaz. Por eso es importante adherirse a un estilo de vida saludable. Sobre todo para estar preparados antes de que el cáncer se adueñe de nosotros y para, a veces, vencerlo incluso cuando la enfermedad ya se ha establecido.