Estoy cansada de estar cansada
Tal vez uno de los efectos secundarios que más impacto negativo tiene sobre la persona que se encuentra en un proceso de tratamiento por cáncer sea la fatiga.
Este estado subjetivo que se manifiesta es un concepto exclusivo que difiere de la sensación de cansancio que puede tener una persona sana.
La fatiga específica del cáncer no desaparece después de un largo descanso, ni al disminuir el nivel de actividad física diaria. Realmente la paciente percibe que “siempre está cansada” y “no se le quita con nada”. Es por ello por lo que tiene tanto impacto a nivel físico, emocional y mental, ya que no se sabe cuánto va a durar ni se relaciona con algún esfuerzo.
Más del 60% la padecen durante el tratamiento y alrededor del 50% siguen sintiendo fatiga durante años después de haber finalizado el tratamiento.
Sería lógico pensar que, en este estado, lo último que apetece es calzarse las zapatillas y ponerse a entrenar. Sería lo más obvio… si no se hubiera demostrado en diferentes estudios que realizar ejercicio físico cardiovascular y de fuerza, a una intensidad determinada, mejora la tolerancia al esfuerzo y, por tanto, disminuye la sensación de fatiga.
Pero aquí está el problema. Para determinar la cantidad e intensidad de ejercicio es necesaria la ayuda de un profesional para realizarlo. Tampoco valen los grupos de entrenamiento, ni las clases colectivas de diferentes modalidades. Es necesario que el entrenamiento sea individualizado para mejorar los porcentajes de masa muscular y capacidad cardiovascular tratando la fatiga como un valor más a tener en cuenta durante el entrenamiento.
Es más importante hacer ejercicio correctamente, que el mero hecho de hacerlo por hacerlo.